domingo, 30 de agosto de 2015

Sola, solitaria...


Sae-Jin es una chica coreana, su nombre significa "joya del universo", es amante a la rareza, al verde de las plantas, al negro de la noche como su cabello. Es amante a la ciencia, al universo, a la fantasía. Casi nadie la entiende, y por eso se aleja fácilmente de los demás. Le dicen la solitaria, y no es por la peligrosa lombriz, aunque al principio creyó que era por eso. A primera vista parece una chica seria y amargada, pero es todo lo contrario. Es una chica llena de carisma, alegría...y paz. No ha tenido suerte en la amistad ni mucho menos en el amor. Por eso es una chica solitaria, y de ahí el porqué le dicen así. Muchos le dicen que es rara y que es extremadamente diferente a las demás mujeres. Se puede decir que sufre de ansiedad social, no le gusta estar entre bullicios y no encaja en casi ningún grupo de personas (al menos así ella lo siente). La mayoría de las personas la tratan según a su conveniencia; si necesitan algo, la tratan bien; si no necesitan nada, la tratan como un cero a la izquierda, como alguien invisible, como el punto de burla...
Una noche, luego de llegar del trabajo, se encontró con alguien en su casa...en su habitación, y se asustó tanto que cerró los ojos. Luego de cerrar los ojos, empezó a recordar, curiosamente, en momentos felices, momentos inolvidables. Pero estaba tan asustada que no podía disfrutar esos lindos recuerdos. Abrió los ojos y esa mujer ya no seguía ahí frente a ella. Sus nervios cesaron, su frustración también cesó, su tristeza desapareció, y lo que sentía era un alivio, frescura en su alma, y con ganas de comenzar de nuevo con mas fuerzas y autoestima.
Pasaron varias semanas y Sae-Jin volvió a experimentar malos ratos. Llegó a su casa y de nuevo estaba esa misteriosa mujer sentada en un sillón reclinable.
Sae-Jin, con menos nervios, pero con más preocupación no pudo más con la curiosidad y le preguntó:
- "¿quién eres?"
La mujer nunca le respondió.
Sae-Jin, se puso aun más nerviosa, perturbada, confundida. Tratando de entender, le pregunto:
-"¿por qué no me dices?", "¿quién eres?"
La mujer no se movía, no decía ni una palabra, solo la miraba desde la oscuridad. Nunca pudo ver su rostro.
Sae-Jin de tanta impresión se sintió mareada, cerró los ojos, se tapó la cara con sus manos. Al hacer eso recordó el momento en que fue aceptada en una prestigiosa universidad de ciencias, recordó los premios que se llevó por sus esfuerzos y dedicación. Recordó los abrazos de su madre: abrazos protectores. Luego de recordar todos esos momentos, de nuevo sintió alivio y su estrés desapareció.
Así pasaron los días, semanas...y Sae-Jin nunca entendió que esa mujer misteriosa era ella misma. Ella misma se consolaba, se auto-ayudaba, se animaba con sus momentos mas preciados. En la soledad, buscaba inconscientemente sus momentos mas felices, y así es que ella misma se ayudaba. Suena como un disparate o como una locura, pero es que hay recuerdos que te alegran, te motivan, así como hay otros que te destruyen y te ponen el día nublado.
Al final, cada uno de nosotros elegimos cómo tratarnos en la soledad. Cada uno de nosotros elegimos qué tipo de pasado recordar.

jueves, 27 de agosto de 2015

Odiar sin entender


Todos tenemos eso que odiamos y que no entendemos el porque; y que no le decimos a nadie por ser tan único e incomprensible. Como Claudia, por ejemplo, ella odiaba, sin entender, la lluvia. Tanto así que nadie entendía el porque de su odio a eso que para muchos transmite tranquilidad. Ni la misma Claudia se entendía. Al final, nadie entendió ni supo que la vida de Claudia era la lluvia misma; que era un diluvio interminable.